O así es como la describen en gran número de guías turísticas. Y la verdad es que, para quienes tenemos la suerte de conocer la hermosa ciudad italiana, es fácil de entender la comparación cuando se contempla por primera vez el majestuoso y humeante perfil del volcán Sakurajima desde los miradores del parque de Shiroyama: resulta inevitable evocar el perfil del Vesubio sobre Nápoles. Pocas similitudes tienen las dos ciudades, más allá de esa primera impresión al contemplar las vistas panorámicas y guiños como algunas avenidas como Napoli-doori o tranvías decorados con motivos de su ciudad hermanada.
Ubicada en una bahía al sur de Kyushu, de las cuatro islas principales de Japón Kagoshima es la capital más meridional. Un clima benigno, una buena cocina, y una llamativa ausencia de turistas occidentales (abundan no obstante los turistas coreanos y chinos por su relativa proximidad) que ayudan al turista occidental a sentirse realmente «lejos de casa» la hacen un destino con encanto y alejado del circuito turístico principal.
Kagoshima es una ciudad que se puede disfrutar con tranquilidad pasando un par de noches o tres, si se opta por realizar alguna excursión.
Hay buses turísticos (en el punto de atención turística de la estación Kagoshima-chuo (donde llegan los shinkansen) te informan de todas las opciones disponibles, las más recomendables son comprar los pases diarios que permiten subir libremente a los autobuses de la compañía que elijas y que incluyen varios circuitos turísticos.
Los dos puntos imprescindibles son las mencionadas vistas desde el mirador de Shiroyama y los hermosísimos jardines de Sengan-en, patrimonio de la UNESCO que rodean la antigua residencia de los señores feudales de la familia Shimazu. Casa que por cierto se puede visitar en una más que interesante visita guiada donde se sirve té de forma tradicional a los visitantes.
Por la tarde noche la zona alrededor de la avenida Tenmonkan está plagada de locales nocturnos e izakayas donde probar las especialidades locales. El cerdo negro es la especialidad local… en algunos locales como Kurobuta (黒福多) he comido el cerdo empanado más exquisito de mi vida… En varios locales se puede degustar cocina de la prefectura de Satsuma, con varias peculiaridades que pueden echar atrás a más de uno (como el «sashitori» o pollo crudo) o entusiasmar a los más valientes.
Desde Kagoshima también se pueden hacer excursiones muy interesantes. Una de ella es el Museo de la Paz de Chiran, eufemismo que se usa para un museo que era una antigua base aérea, realmente dedicado a homenajear a los Kamikaze que de allí partían. Se esté de acuerdo o no con su doctrina resulta imposible no emocionarse con algunos de los recuerdos de estos jóvenes pilotos y resultan también impresionantes los restos de aviones y otros efectos militares y personales que allí se exhiben. El lugar se encuentra a una hora y veinte minutos en bus aproximadamente saliendo desde la plaza frente a la estación de Kagoshima-chuo (no se pueden hacer fotos en su interior).
Y a tan solo unos minutos caminado desde ese museo o una parada de bus resultaría imperdonable no dar un paseo por las antiguas residencias de Samurais de Chiran (algunas todavía habitadas). Por un precio más que razonable (500 yenes) se pueden disfrutar de algunos de los jardines particulares con más encanto de Japón (muy pequeñitos eso sí), y muy poco explotados (al menos cuando yo fui apenas había visitantes y pude contemplar la mayoría de jardines en perfecta soledad. Antes de volver a Kagoshima siempre se puede comprar uno un poco de la variedad de té local, uno de los productos típicos de la zona.
En definitiva, Kagoshima y alrededores, un destino muy recomendable para aquellos que ya han estaoalguna vez en Japón y quieren alejarse del bullicio de Tokio y Osaka, y disfrutar de un Japón algo «diferente».